sábado, 31 de octubre de 2009

La confusión de las lenguas

Y, por las noches, ensayo lo que le diría



La confusión es el pretexto para el desarrollo de historias paralelas: parejas y desconocidos que se encuentran y se pierden. El ritmo que sigue la obra es la fatalidad y una alegoría acerca de lo funesto del destino: Aunque el esfuerzo por evitarlo sea brutal, el final siempre nos carcome, nos acecha. Ya sea por separación, por muerte, por traición, por ausencia.
La propuesta del autor es enmarañar al espectador en una secuencia de diálogos, que sólo tienen sentido cuando se revuelven. La apuesta de la directora, es que el público navegue por esta tormenta sin saber si tiene ganas de lanzarse a ella o llegar al otro lado.
En la primera parte, dos parejas conviven en espacios diferentes, viviendo lo mismo. El deleite de la infidelidad los seduce y se seducen. Un doble diálogo separado, pero integral, que bombardeará al espectador en el momento. Si lograra mantener la tensión, este movimiento inicial sería magistral.
La segunda es menos digerible, pero va acentuando la oscuridad en la historia que se enreda en los pies de los personajes y en sus zapatos, símbolo de avance, del cambio abandonado en cierto punto. El episodio final confirma que siempre es el último momento de alguien.
Somos fugaces. Aún en el infinito, un día no quedará nadie que recuerde. O que perdone.

Ninguna actuación falla. Ixquic y Marcela se vuelven animales escénicos. Martínez logra un talante triste, pocas veces igualado, que es desolador y excepcional. Por otro lado, Hevia nos da una cátedra de actuación cada minuto que lo vemos.
Este espectáculo es todo lo que debería ser una obra de teatro: trágica, entretenida, intensa. Una explosión emocional que no sacrifica la narrativa por la exploración personal o teatral, permitiéndose innovar. Una delicia. Los únicos defectos son quizá el caer en la autocomplacencia. Una obra genial que dura un poco más de lo que debería. Y que es inevitable que los actores den a veces la espalda, pero no por ello es menos molesto. Aunque esto se perdona y se olvida en los momentos de humor negro salpicados a lo largo del espectáculo.
Sólo un consejo: evite ir recién comido, ya que la escenografía parece estar olvidada por Dios o la gravedad y causa un mareo deliberado y sí, confuso.

twitter.com/frasalazar

Autor: Andrew Bovell
Dirección: Silvia Ortega Vettoretti
Con: Pilar Ixquic Mata, Talía Marcela, Fermín Martínez, David Hevia y Miguel Conde
Funciones: Jueves y viernes, 20 horas, sábados 19 horas, domingos 18 horas.
Teatro: El Granero (Centro Cultural del Bosque, Reforma y Campo Marte)
Precios: $150, aplican descuentos
Publicado en El Sol de México 31 X 09

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