martes, 1 de diciembre de 2009

¿Presidente ladrón o asesino?

Advertencia: Lo que van a leer no es de ninguna manera políticamente correcto o, si quiera, digno de un ciudadano consciente. Aclarado esto:
Hace algunos días mantenía una conversación con una mujer y le preguntaba: “¿Qué prefieres? ¿Un presidente que robe o que mate?”.
Y aquí una segunda aclaración. En este planteamiento ninguno de los dos escenarios es deseable. Tanto la primera opción como la segunda presentan a personajes despreciables y que pueden tener referencias con personajes históricos, pero he ahí la dificultad del problema.
Y México ha tenido el honor de contar con representantes de ambos bandos. En la esquina ratera celebramos a Carlos Salinas de Gortari, el Hugo Sánchez del odio popular. En la esquina opuesta podríamos catalogar a Luis Echeverría (abucheo de la comunidad universitaria) o al multicitado Victoriano Huerta.
Y bueno, tampoco es que A excluya B. Porque ni Fox era muy calmado ni Alemán muy santo. ¿Y Calderón? Bueno, ese parece seguir al pie de la letra su manual “Cómo fomentar una revolución for dummies.”
La respuesta, pues, que yo le di a mi escultural acompañante era que prefería un gobernante asesino, lo cual de veras creo y poseo una razón razonable: Un estadista con una visión íntegra de su proyecto de nación podría no tener empacho en desarrollarlo aún a pesar del coste de unas cuantas vidas.
Por ejemplo, la Italia fascista fue un ejemplo del desarrollo capitalista del periodo entre las dos guerras mundiales. Bueno, aunque después no les fue tan bien, Berlusconi… perdón, Mussolini siempre compartió el fanatismo por la nación de Adolf Hitler. Y en ese contexto buscaron llevar a sus respectivas a la gloria.
Ojo, no estoy diciendo que quiero que en este momento Calderón saque los tanques y al ejército y empiece a acribillar a todo el mundo; digo, esa posibilidad es muy lejana. Mi punto es que del otro lado hay un cuate que llegó al poder y que sabe que tiene que aprovechar ese momento para su beneficio. No del país, sino de su propia limosna.
Ahora que si tenemos la oportunidad de elegir, pues que venga Lula da Silva a gobernar un rato, ¿no? No sería tan difícil, lo intercambiamos por Alejandro Encinas y lo candidateamos en el 2012. Que se eche un quién vive contra Peña Nieto y… ¿Carstens?
Por favor, no dejen de comentar si prefieren al rata o al ojete. Claro, ninguno debería de estar en la silla grande, pero pues, ¿quién sería el menos peor?



Aquí escribes el resto del contenido que no se vera.

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