viernes, 18 de septiembre de 2009

La lección


“La aritmética lleva a la filología; y la filología, a lo peor.”



  Cuando los personajes existen fuera del escenario, hacen al público sensible de ellos. Cuando no entras a un foro como espectador, sino como invitado a la casa del profesor la experiencia escénica se vuelve mucho más personal.

  Es así como nos recibe La Lección, original de Eugéne Ionesco, en un homenaje por el centenario de su natalicio: La disposición de La Gruta está acomodado de forma en que los asistentes se encuentran a escasos centímetros de los actores. Este recurso, que no es nuevo, es uno de los objetivos del foro y fomenta no sólo una cercanía espacial, sino psicológica con la acción dramática.
  Un profesor: viejo, amargado, que escupe al hablar, parcialmente sólo, que no tiene nada que perder, por lo que no oculta sus perversiones, se encuentra con su estudiante: Una chica dulce y atontada. En una analogía del conocimiento, podría decirse que es el choque de una fuerza imparable con un objeto inamovible. En medio de ellos, la moral y la prudencia: La sirvienta, el único ser que tendría un vínculo con la realidad, pero que con su mediación evita que el caos devenga en orden.

  Los personajes son emblemáticos. Tienen todos los clichés que se podrían esperar, pero nunca llegan a ser acartonados, sino absurdos, tanto que siguen teniendo vigencia a más de 50 años de su publicación. Las caracterizaciones no dejan qué desear, los elementos escenográficos, como las sillas y los libros tiesos siguen el tono propuesto, y hasta el megáfono, elemento disonante, enfatiza la burla.
  Arturo Ríos se mueve como si hubiera nacido en el escenario. Mónica Torres, tímida y regañada se esconde dentro de su cuerpo, mientras que Cecilia Romo, siempre inoportuna, es la conciencia que frena el deseo mientras te parte de risa. Ninguna actuación decepciona; la construcción de los personajes permite inferir pedazos de su vida que no están en el texto, lo que los enriquece. El vestuario es preciso, así como la iluminación, que sorprende a los más cercanos al Profesor.
  El clímax de la historia es un poco difuso, pero la reflexión posterior, nos hace recordar un poco la realidad en la que estamos inmersos.
  La puesta en escena es altamente recomendable para cualquiera. Una delicia y la confirmación del buen momento que está pasando la creación teatral en esta ciudad.

Autor: Eugène Ionesco
Dirección: Enrique Singer
Con: Arturo Ríos, Mónica Torres y Cecilia Romo

Lugar: Foro La Gruta. Centro Cultural Helénico. Av. Revolución 1500, Guadalupe Inn
Duración: 70 minutos

Funciones: 7 de septiembre al 14 de noviembre. Lunes, 20:30 horas, Domingos, 18 horas.
Entrada: 200 pesos.

2 comentarios:

Indio Cacama dijo...

Excelente reseña.

Cuando los personajes existen fuera del escenario
¿Como Juanito?

Una observación , en la sección no me des esa tarjeta, pusiste el enlace al blog no oficial de Luis González de Alba, ex dirigente estudiantil del movimiento de 1968, profesor universitario, escritor , articulista, divulgador de la Ciencia y psicólogo, pero anotaste el nombre de Luis de Alba; ex voz de el Pequeño Solín en la radionovela Kalimán y actualmente cómico, digo , creo que sí hay diferencia.

Psique dijo...

me recuerda a la conversación con DAniela la semana pasada "Cuando no entras a un foro como espectador, sino como invitado a la casa del profesor la experiencia escénica se vuelve mucho más personal"