lunes, 27 de octubre de 2008

Lo que me encontré.


J:

A ti también te extraño. Como al amor cortés, los viajes en el tiempo o el jardín de Edén. Como al comunismo. A ti tampoco te viví, entonces no sé porqué sueño contigo: Soñé contigo. Tenías puesto algo negro y algo azul. No recuerdo haberte visto vestida vastas veces así. Recientemente se me ha facilitado eso de la nostalgia. Si bien creo que es suficiente del tono distante. Basta.

Nunca te enteraste lo que sentía por ti (mutuo no es lo mismo que recíproco). Más o menos de eso se trataba el sueño. Seguro lo sospechabas, bueno, no estoy seguro, pero seguro sí. Para que te des una idea, en un momento hubiera dejado a Andrea por ti. En otro, te hubiera dejado por ella. Entonces si estuviéramos rostro a rostro me reiría estrepitosamente. Sé que no suena muy halagador. No lo es. Pero mirarte era como tomar la roca de Sísifo: No podía. Y cuando podía, me vencías. Sin duda nunca sabrás lo que sentía por ti.

¿Y qué tal si te lo imaginas? No evito decirte que nunca hayas dejado de intentar evadir hacerlo. Deshazme. Como hace eones apedreaste todo lo que estaba condenado, lo prescindible. ¿Soplarías tu imagen melódica? Más o menos eso sentía por ti. O hacia ti. Una línea armónica, necesaria. Bella por momentos, terrible por instantes, deliciosa al tacto y onírica en su trazo. Confusa, como la poesía para el principiante o el mercader que no por ser comerciante es malo, pero casi siempre sí. Contundente como el surrealismo. Y la jodida situación de la lejanía le regala dramatismo a mi rendición. Le quita realidad. La poca que alcanzaba a arañar, la que existe entre nosotros, mas no en ninguno de los dos. Nunca sabrás lo bella que eres.

No te demando, ni a tu presencia. La caricia de la nostalgia es más seductora que su beso.

Gi

20 V 08

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